En el año 1464 llegó la imprenta a Italia, donde los tipógrafos comenzaron a imitar las escrituras humanísticas utilizadas por los letrados italianos durante el renacimiento, lo que dio origen a la tipografía romana.
Las tipografías de diseño vertical son las que reciben este nombre, ya que las cursivas no aparecieron si no hasta el año 1501.
En Venecia, el año 1501 Aldo Manucio imitó por primera vez la escritura manuscrita que utilizaron los letrados de aquella época para escribir notas.
Esta tipografía cursiva (o Aldina, como fue llamada en el siglo XVI) enriqueció la expresión en el texto.
Se caracterizó por la inclinación de sus trazos. A esta altura sólo existían las minúsculas cursivas, y se complementaban con mayúsculas romanas.